lunes, febrero 27, 2006

Investigativo

Con este lapsus catoliquesco que me ando cargando ahora, ando investigando...

Sí, ando en un plan un tanto especial, porque pues me puse a verificar sobre la cuaresma, ya ven que se viene el Miércoles de Ceniza. Y hasta el momento he encontrado lo siguiente.

ACI Prensa nos dice sobre el ayuno:

"El abstenerse de la comida y la bebida tienen como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como "actitud consumística""


"El hombre de hoy debe abstenerse de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos: ayunar significa abstenerse de algo. El hombre es él mismo sólo cuando logra decirse a sí mismo: No."

"No es Ia renuncia por Ia renuncia: sino para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo."

encuentra.com relata las normas del ayuno y la abstinencia

Originalmente, ayunar se refiere a no comer alimentos sólidos, ordinariamente se prescribe el ayuno para un día completo y la abstinencia se refiere a dejar de comer cualquier tipo de carnes.
1. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, son días de ayuno y abstinencia.

2. Todos los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne. Pero el Episcopado Mexicano ha dispuesto que: "se puede suplir la abstinencia de carne, excepto la del Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, por:
a) la abstinencia de aquellos alimentos que para cada uno significa especial agrado, sea por la materia o por el modo de preparación;
b) o por una especial obra de caridad;
c) o por una especial obra de piedad;
d) o por otro significativo sacrificio voluntario"

3. Sujeto de la ley del ayuno y la abstinencia:
- Abstinencia de carne: todos los que han cumplido 14 años. La ancianidad, por sí sola, no exime de esta ley de abstinencia.
- Ayuno: todos los que han cumplido 18 años, hasta el comienzo de los sesenta.

Lo más importante al hacer este tipo de prácticas es darle su sentido verdadero: por una parte someter la voluntad para fortalecerla con virtudes como la templanza, la sobriedad y la humildad y por otra, favorecer el ejercicio de la caridad, pues todos los sacrificios que se hacen deben apuntar a hacer un bien o un servicio al prójimo y a toda la Iglesia. Hacer sacrificios y penitencia por costumbre o porque todos lo hacen, no tiene sentido y no favorecen el crecimiento del hombre, que en conclusión es lo que se pretende.